Se trata de un proceso continuo que consta de dos partes, la primera el derecho a la información por parte del personal médico, quienes comunican al paciente en todo momento la naturaleza de la enfermedad así como los beneficios y riesgos potenciales del tratamiento; la segunda es el acto de decisión libre y voluntaria del paciente sobre su participación en el diagnóstico y ensayo clínico.